Mayo, mes de María



De nuevo en El Nula, durante este mes participo acompañando de lunes a jueves la procesión de la Virgen María por los distintos barrios del pueblo. Es el primer año que se hace y está resultando conmovedor. Al recorrer todo el pueblo con la Virgen a cuestas estamos en oración por todos los vecinos, mayores, adultos y niños, en cada casa y calle. Es una devoción popular de las que se viven donde termina el asfalto y comienzan los baches y los charcos. Los hermanos cristianos de otras iglesias nos acusan de adorar ídolos, pero nada más lejos, llevar la imagen de María no es alabar una estatua sino una manera de orar en la que le pedimos a Nuestra Señora que medie por todos delante de Dios desde nuestras necesidades más de pie a tierra. Como decía Alberto Hurtado, si María nos mira su hijo también nos mirará, y eso es lo que le pedimos en cada una de las barriadas de El Nula.

Cada día salimos de un barrio, de la casa que ha acogido la imagen durante la noche y llegamos con ella hasta los lindes del otro. Allí es recibida con pancartas, banderitas y globos en azul y blanco, entre aplausos y cohetes, con discursos de despedida y acogida. Lo que cada tarde comienza con unos pocos despidiendo a la Virgen se va agrandando según vamos recorriendo las calles hasta llegar a la centena al final de la procesión. Avanzamos por las calles rezando Avemarías, Salves y Padre Nuestros, intercalando las canciones marianas de toda la vida (aquellas que cantábamos en el colegio de pequeños en aquel cancionero marrón y blanco llamado ”Fiesta”).
La llegada suele tener también su arte, devoción y gracia. Primero sirven algo fresquito para aliviar el calor de la caminata, luego tras una reflexión mariana y unas peticiones vienen los bailes en honor a la Virgen María en los que se alternan los tradicionales como el joropo y los creativos (Ave María salsero, parábolas con música, teatrillo de la anunciación, José Luis Perales, etc.). Realmente es de apreciar que las maestras y las gentes de los barrios hacen un despliegue de creatividad y cariño hacia todo el que se acerca a celebrar que la Virgen ha llegado al barrio. Ayer me emocioné al ver como un viejito se paró delante de la imagen de María y sólo la miraba, clavando los ojos en ella, lloraba y susurraba entre lágrimas, una y otra vez la palabra “sí”.
"vin Bemida Birguen maria" ¡Genial!

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