
El primero de mayo se celebró por primera vez el encuentro de todas las comunidades cristianas de base que forman

Entre los motivos para mantener la esperanza en las comunidades estaba su capacidad demostrada de seguir adelante y de celebrar la vida a pesar de las dificultades. Muchas comunidades contaban con catequistas y grupos para preparar la primera comunión y la confirmación. Otras habían puesto en marcha iniciativas como construir nuevas capillas, comedores o boticas comunes. Se agradecía las visitas de los padres jesuitas para celebrar la misa con distinta periodicidad y destacando todas ellas las misas de aguinaldo (misas vespertinas de Navidad que se celebran por barrios y gremios) como un momento de especial unidad en la vida de cada comunidad.

Después del almuerzo con sancocho, jugo y torta para todos los presentes. La jornada continuó con una reflexión comunitaria guiada por Acacio con el lema: “Vamos a hacer que la paz sea con nosotros, vamos a hacer que la vida reine aquí”. En ella se repasaron las cuatro fuentes de violencia en la zona: la violencia familiar, la violencia callejera, la violencia en contra de los Derechos humanos y la violencia armada. En cada tipo se analizaron las causas, las consecuencias y los responsables, para luego enfrentar la pregunta: ¿qué hacer para enfrentar la violencia? La respuesta pasa por promover la justicia, defendiendo a los más débiles. Primero, peleando contra las estructuras políticas y económicas que ejercen la violencia sobre el pueblo quitándole su derecho a una vida digna. Segundo, formando al campesinado para poder trabajar la tierra y ofreciéndole alternativas y nuevos recursos. Y tercero, con el convencimiento de que la paz no viene de otros, sino que cada persona aquí es agente de paz desde su lucha por la justicia, el amor y la fraternidad.
Guiados por los organizadores, las comunidades trabajando en pequeños grupos, aportaron a la reflexión el convencimiento de que la justicia entra primero por la casa de cada uno y que hay que sensibilizar a los que tienen el control político y económico para que formen también parte de la comunidad y compartan los problemas con la gente, dialogando y buscando el beneficio de todos. Destacaron la necesidad de unión entre el pueblo y el campo para llevar adelante la tarea común de la paz. Y también añadieron la importancia de estar unidos en la oración, de reconocer los propios fallos, de predicar con el ejemplo, conociendo los derechos y los deberes de cada uno. Cuanto mejor se conozcan los problemas, más fácilmente se llegará a una solución que ayude a todos.
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