A los pies de Bolívar


Aquí todo es bolivariano, comenzando por la República de Venezuela, la moneda es el Bolívar Fuerte (que cada uno son mil de los Bolívares débiles de antes) las principales plazas de cada localidad también llevan el nombre del libertador, su estatua se erige en calles y avenidas, y su efigie está dibujada por doquier del territorio nacional. Así que adivinen cómo se llama la montaña más alto de Venezuela… correcto, es el pico Bolívar y alcanza los cinco mil metros de altitud, situado justo en el comienzo de la cordillera andina. Ya ven, desde Chile hasta aquí he recorrido en este año toda esta increíble cadena montañosa de sur a norte.
El viaje ha sido una visita fugaz para conocer Mérida y San Javier del Valle, ambos a los pies del Bolívar. Después de dos meses en el llano, volver a un paisaje de montaña, sentir frío en la noche, sentarse junto a una chimenea, olvidar los zancudos y tomar una ducha caliente por la mañana son sensaciones más que agradables. Mérida es una ciudad colonial de calles estrechas y empinadas. Con las casitas pintadas de colores pastel y blanco, las ventanas enrejadas y las tejas asomando por los aleros del cielo. Serpenteando por una carretera estrecha se llega a San Javier del Valle, se trata de un sueño jesuítico que tiene un internado y un colegio externo, con talleres artísticos, técnicos y agropecuarios, una casa de Ejercicios Espirituales, albergues, centro de voluntarios, camping, hotel y dos comunidades de religiosos. Todo ello en un paisaje espectacular en el que descansó para siempre José María Vélaz SJ, fundador de la obra educativa Fe y Alegría. Una idea original de Venezuela para la atención formativa de los más desfavorecidos que hoy tiene más de medio siglo y se extiende por toda América Latina con cerca de mil centros de enseñanza.

La casa de ejercicios es una joya en la montaña, se construyó en honor a 27 jóvenes alumnos de nuestro colegio que murieron en un accidente aéreo. Su recuerdo sigue vivo en la casa, sobretodo en la capilla donde sus rostros y nombres están tallados en maderas nobles, y también en el estanque del centro del jardín donde una cascada entre las hélices dobladas del avión, llora su muerte temprana.

En el patio del internado, abierto hacia las montañas, hay dos estatuas notables realizadas por los alumnos, una de San Francisco Javier y la otra de la Virgen con el Niño Jesús. Las dos tienen una fuerza expresiva intensa en su ternura la de María y valiente y encendida la de Javier. En su entorno de educación para los que más lo necesitan, estas dos grandes figuras de la fe, maternal y misionera, hacen más presente a un Dios que quiere ocuparse de nosotros.

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