Paseo por la Ciudad Vieja


Montevideo está llena de rincones, mis favoritos son los de la Ciudad Vieja, allá donde nació esta capital a finales del siglo XVII. En la Plaza Matriz, la catedral domina sobre la sombra de los plátanos apuntando al cielo con sus torres coloniales. Entre las casas vecinales, tiendas y boliches se descubren las casas señoriales como el palacio Taranco o el Club Uruguay. En los aledaños las calles son tranquilas, las terrazas de los cafes invitan a pausar los paseos y contemplar los encantos de la plaza Zabala o el Mercado del Puerto.

Caminando encontré la Cripta del Señor de la Paciencia, bajo la Iglesia de San Francisco que está en restauración. Lo que me llamó más la atención fueron las paredes de la cripta, toda ella está escrita por personas que acuden a rezar. Son peticiones con los pies en la tierra y el corazón en el cielo. Los muros contienen ya varias capas de escrituras distintas, como si el paso del tiempo fuera borrando aquellas gracias ya concedidas. Así fui releyendo desde las caligrafías más acendradas, escritas a lápiz de carbón que van desapareciendo como volutas de humo gris, hasta las oraciones más breves, rasgadas aprisa con fuerza indeleble de tinta negra. Me quedé haciendo mía la oración de otros y pidiendole al Señor de la Paciencia que les ayudase en sus cuitas.

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