Víspera de Navidad


Después de visitar a los pingüinos continuamos nuestro viaje por la isla de Chiloé. Allí los jesuitas de hace trescientos años habían dejado su huella construyendo iglesias a lo largo de toda la isla y estableciendo un sistema de “fiscales” – una mezcla entre catequista y líder vecinal – que organizaba las comunidades por las que los jesuitas iban pasando cada tres meses en una forma circular de misionar la Isla. Las iglesias de Chiloé son un monumento a la madera y al paso del tiempo, con razón la UNESCO las declaró patrimonio de la humanidad. Os pongo algunas fotos para que las conozcáis, pero más allá de su interés cultural está la tradición jesuítica de llegar a los lugares más apartados para construir allí la Iglesia. Me gustó especialmente en una pequeña isla llamada Quinchao una iglesia en cuyo sagrario había un bajo relieve de San Ignacio y San Francisco Javier. Era el día de Nochebuena y recordé a todos los misioneros que habían dejado sus tierras para encontrar una Navidad que sigue siendo novedad allende mares.
Fachada e interior de la Iglesia de Castro
Iglesias de Chonchi y Vilupulli
Iglesia de Achao y su sagrario

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