Trabajos de Verano




Una experiencia conmovedora con “cabros” de diecisiete años en Puerto Montt. Habitábamos un colegio público en una de las poblaciones periféricas de la ciudad y desde allí salíamos cada día a trabajar por cuadrillas en las labores de la gente sencilla de la ciudad. Una experiencia muy interesante de abajamiento y aprender de la vida oculta de Nazaret y Galilea. Yo cada día acompañaba a una cuadrilla a un trabajo distinto y así, curioso juego del destino, fui pasando como trabajador por todos los sitios por los que hace unas semanas pasé de vacaciones. Así recogí unas algas llamadas “pelillo” en las marismas (pagaban a 150 pesos el kilo seco, = 0,20€), una miseria. Fui a vender pescado en los mercados, trabajé en la cocina de un restaurante de puerto y de ayudante en la cocina del hospital general de la ciudad. Fue una suerte poder acompañar esta experiencia a la vez que participaba en ella. La segunda semana cambiaba el trabajo y todos pasaban a trabajar a fábricas de conservas, plastiqueras, procesadoras de salmón y otras similares. Ahí yo no podía participar por las limitaciones de mi visado. Pero así pude trabajar en la intendencia de la experiencia y cuidar a fondo las liturgias con los chicos y chicas participantes. En total eran unos ochenta participantes y la verdad es que me sorprendieron, me emocionaron, me cansaron y sobretodo me imitaron. Se ve que el acento español les hace gracia y no hacían más que sacarme las frases de contexto.
Después he estado tres días en Concepción para un encuentro de formación de universitarios de CVX previo a unas misiones en Tirúa con familias mapuches y chilenas. Yo regreso a Puerto Montt para ir a las misiones de las Islas Desertores. Una aventura.

Feliz año nuev9

Para la nochevieja nos juntamos tres de las múltiples comunidades de jesuitas de Santiago. En la misa recordamos lo bueno del año, yo especialmente agradecí la buena acogida que los jesuitas chilenos nos dieron a todos los que venímos de fuera. Después, cena en el jardín, y al llegar las doce, se hace una cuenta atrás para seguir con un brindis mientras la ciudad se llena de la luz y el estruendo de los fuegos artificiales. No hubo uvas pero sí karaoke, así que terminamos tarde cantando como desaforados desde canciones de Sinatra, hasta las últimas canciones del panorama musical chileno. El primero de año lo celebré con la familia de Coté Baeza que son muy acogedores y te hacen sentirte en casa y como uno más de la familia.
En los primeros días de 2009 he estado de campamento en un lugar llamado Pirque, cerca de Santiago, con jóvenes de las precomunidades de CVX de distintos colegios de la capital. Es una experiencia interesante para los chicos y chicas de 16 años. Se trata de tres grupos,o campamentos, cada uno de unos ochenta "cabros", como dicen aquí, que van pasando cada cinco días por tres experiencias o estaciones distintas. La primera estación, en la que yo he estado se centra en la espiritualidad, se va haciendo grupo en contacto con la naturaleza y se va orando y reflexionando sobre cómo está Jesús en sus vidas. Se duerme en tiendas, se trabaja por cuadrillas y hay un grupo de asesores (monitores) muy buenos que van animando la experiencia. La segunda estación es más urbana, y se hace en un colegio de la zona norte, conocida por los alumnos, allá se hacen actividades para que ellos conozcan mejor su realidad social, con juegos de ciudad y actividades de reflexión. Y la tercera estación es en una población pobre del cinturón sur de Santiago. Allí tienen actividades de ayuda en el barrio, trabajo físico, juegos con los niños, ayuda a discapacitados y reflexión sobre toda esta otra parte de la realidad chilena.

Me parece una experiencia muy lograda y que es de gran ayuda para los chicos de aquí. A mi me tocó acompañar la parte primera, las misas me recordaban al campamento de vinuesa, el grupo scout, los retiros del colegio, la pandilla de amigos de COU, ha sido "volver a los diecisiete, después de vivir un siglo" como canta Mercedes Sosa.
Mañana parto para Puerto Montt, de nuevo al sur, esta vez colaboraré con lo que llaman los "trabajos de verano" que es trabajar con nuestros alumnos en lo que la gente sencilla de las poblaciones necesitan, ya sea construyendo casas, recogiendo algas o trabajando en las fábricas de pescado. Todo se andará y Dios proveerá fuerzas.